¿Qué nos sucede...vocación, últimamente?
¿Qué vas a ser cuándo seas grande? Pregunta obligada a
los niños, pareciera que hoy no encuentra fácil respuesta.
La palabra vocación deriva de
la latina vocatio, que
significa "llamado". Y un
llamado deriva siempre en una acción, una respuesta. Cuánto más coherente sea la respuesta al
llamado, mayor sensación de protagonismo (lease hacerme responsable).
“Tengo
la suerte de vivir de lo que me gusta, de disfrutar de mi trabajo, de sentir
que puedo desarrollar mi vocación…” Es una frase que pareciera sonar poco y en
bocas que se dicen “privilegiadas”. Pero, ¿por qué?
Cada
vez más me encuentro en Talleres con Jóvenes (y no tanto) Profesionales que me
cuentan que viven de manera escindida su vida “pasional” de su vida
laboral. Y que sus elecciones de carrera
no tienen mucho que ver con aquello que les gustaría hacer.
Gente
“soñando” hacer otra cosa “cuando sean grandes”. Certezas demasiado mentirosas para una vida
que tarde o temprano te las cobra. Las
personas somos bichos muy raros, no me canso de afirmar irónicamente, por un
lado tenemos todo el potencial para desplegar nuestras vidas y por el otro lado
tenemos la misma potencia para limitarnos.
Y
así las explicaciones tranquilizantes: “Lo mío es el cine, pero mientras tanto
trabajo como contador porque gano dinero…”, ¡¿Mientras tanto?! ¡Mientras qué! Mientras trabajo en aumentar
más mi lista de pendientes, de frustraciones y de “todo tiempo futuro será
mejor”… ¿Y cómo será eso? ¿Cómo será mejor el futuro de un presente donde no
hago más que autoengañarme?... ¿Será acaso que Papá Noel existe? Pareciera ser
que el pensamiento mágico tan sano a los 4 años se traslada atemporalmente.
Está
claro que nadie quiere vivir escindido, soñando un futuro en un presente que
los aburre, los presiona, no los enriquece.
Pero también está claro que están los que sí lo logran.
¿Y
cómo hacen? Seguramente tienen dinero,
un sponsor o nacieron en un lugar en el mundo donde “vivir de la vocación es
posible”, bla bla bla… más explicaciones tranquilizantes.
Las
personas así como nos acomodamos fácilmente a vivir bien, también nos
acomodamos fácilmente a vivir mal (y si! Ya dije que los seres humanos somos
bichos raros) y lo hacemos casi con la misma naturalidad, sin darnos cuenta. Empezamos a creernos que las cosas son de una
única manera… “difícil” y atacamos directamente nuestra autoestima y nuestra
capacidad de accionar proactivamente.
La
semana pasada, en una actividad con profesionales que promediaban los 28 años
tratamos el tema de “Asumir riesgos y tomar decisiones”. Una de las participantes atribuía a la
timidez su poca capacidad de elegir “hasta que vestido comprarse”. Entonces, cuando pregunté al grupo por qué no
tomaban decisiones, las respuestas fueron: “Por si me dicen que está mal”, “Por
si me critican”, “Por si alguien se enoja”, “Por si me equivoco”.
Cuánta
autoexigencia y cuánta dependencia, ¿no?
Cuánta mirada puesta en los otros y lo que me pueden decir. Cuanta cosa “no hecha” por pensar antes en
las consecuencias que en la mejor manera de hacerlas.
No
hago “por las dudas” en lugar de “qué dudas tengo para hacer tal o cual cosa”. Digo, porque cuándo tengo dudas puedo empezar
a preguntarme y a preguntar, puedo indagar, puedo averiguar, puedo armar un
plan, analizar pro y contras, tener alternativas. Puedo actuar con previsión y aumentar mi
seguridad. La seguridad en mi mismo y en
los resultados de mis acciones, logrando así más chances de acierto y por lo
tanto de éxito. ¿Y cómo creen que se genera la autoestima si no es en base a la
suma de varias éxitos, de varias sensaciones de “sí puedo”, de logros, de
festejos… en fin de disfrute de lo que hago, de lo que logro?. Y si me equivoco o me cuestionan tengo
fundamentos seguros a mis acciones y elecciones… y posiblemente ya tenga otra
idea de reparación… en fin, más argumentos para mi confianza personal y más
batallas ganadas a mis miedos (muchas veces heredados e injustificados, porque
es cierto que quien no arriesga… no le teme a algo vivido.).
Vocación,
escuchar el llamado, es decir escuchar-se.
Respetar las propias iniciativas y ganas. Estar atento a la propia pasión que deviene
en motivación (que no se adquiere haciendo cursos sobre el tema) y actuar en
consecuencia. Vivir el presente tomando
decisiones centrado en mi mismo. Hacer
el futuro en lugar de esperarlo, disfrutar del proceso y darse permiso. Entender que estamos a tiempo de parar la
pelota, revisar y re-comenzar.
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