NO TENGO SUERTE (elijo)
Disfruto mi capacidad de explorar el presente, de ampliar mis posibilidades de elección y de elegir.
“Vos tenés suerte porque tu hija es
independiente y segura de sí misma”
“Vos tenés suerte porque tu casa es
grande”
“Vos tenés suerte porque tenés una
profesión re linda”
“Vos tenés suerte porque te gusta tu
trabajo”
“Vos tenés suerte porque sos una mujer
independiente”
“Vos tenés suerte porque tenés un marido
amoroso”
Y así podría al menos agregar tres o
cuatro cosas mas a mi lista.
Debo confesar que me enoja (ahora menos
que antes) cada vez que una persona dice alguna de esas frases o tal vez me
enoja lo mismo, pero ya dominé mi “furor curandis” que me lleva a contestar. Se
claramente que tengo que seguir trabajando en eso.
Es verdad el listado que figura más
arriba: tengo no sólo una sino dos hijas independientes y seguras de sí mismas
(cabe aclarar que quedé embarazada de mi segunda hija a los 45 años por lo que en
ese momento me volví no sólo una “mujer de suerte” sino también “valiente”),
tengo una casa que me gusta como es, tengo una profesión y un trabajo que me apasionan,
soy una mujer independiente y tengo un marido amoroso. Tengo lo que elegí e
hice para tener.
Pude haber elegido otras cosas, pude
haber no elegido, pero elegí de manera muy conciente y proactiva. No elegí a mis padres, por ejemplo, pero sí me
declaré adulta eligiendo lo que tomaba de ellos sin idealización ni
enojos. En la adultez uno no tiene que
querer a los padres porque son nuestros padres sino porque los elegimos querer
(y también podemos elegir no quererlos). Claramente no tengo una mirada romántica de la
vida.
Padecí, sufrí, me equivoqué, tuve miedo
y enojo, me creí muchas certezas ajenas, quise cosas que no tengo. En fin, vivo
y aprendo. Vivo la complejidad de la
vida maravillada, creo en la circularidad y en la complejidad de la red de
relaciones, creo en la enorme capacidad de las personas y su naturaleza.
Tal vez por eso no creo en la suerte ni
en la desgracia, creo en el poder personal de elegir otros caminos otras formas
cuando el presente nos desafía y creo en
la posibilidad de repensar nuestros patrones de respuestas fallidas.
¿La
suerte está echada?
Este año, releyendo bastante textos de
mi época universitaria me reencontré con “El arte de amargarse la vida” de Paul
Watzlawick [1]
uno de los hombres más influyentes en mi elección profesional y en mi forma de
pensar la vida. Todo el libro no tiene desperdicio,
pero hay unas ideas que quiero subrayar:
“Los seres humanos tenemos la capacidad
de convertir lo cotidiano en insoportable y lo trivial en desmesurado”
“La profecía de un suceso lleva al
suceso de la profecía. La única condición es que uno se profetice o deje
profetizar y que luego lo considere un hecho con consistencia propia,
independiente de uno mismo o inminente. De este modo se llega exactamente allí
donde uno no quería llegar”
En
el año 2011 escuché por primera vez a Milo Locket, no sabía quien era, no
conocía su arte. Pero lo escuché en ese
momento y rescaté su definición de “éxito” [2]
-
“¿Y cuándo sentiste que eras exitoso?” le
preguntaron
-
“La misma noche que definí que iba a dejar de trabajar para dedicarme a
pintar…”
Por esas cosas que tienen los espíritus
inquietos y conectados, hace unas semanas Hernán Schuster, de quien valoro
mucho su energía, creatividad y predisposición, ¡me invitó a una charla que
tendría con Lockett dentro del marco de Speakers OOPS! En Cuarentena[3]. Le compartí a Herman mi viejo texto y él, muy
generosamente además de leerlo le compartió a Lockett reformulando la pregunta
acerca del éxito. ¿Saben que respondió
Lockett frente a la misma pregunta?… algo diferente.
Y fue maravilloso escuchar a Milo
responder “Hoy el éxito lo resumo en mi familia, en haber armado una familia me
hace sentir un hombre exitoso sobre todas las cosas mas que mi profesión, hoy¨.
La misma pregunta 9 años después con una respuesta diferente y maravillosa, más
que por su contenido que es absolutamente personal, porque volvió a
sorprenderme su capacidad humana de estar conectado consigo mismo y de resignificar
su vida en conexión con lo que le fue pasando, con su presente conciente y con
su actitud atenta frente a la vida.
Entonces Milo podría ser un hombre de
suerte pero no, es un hombre que puede redefinir-se aun en su propia definición
de éxito y eso mismo, para mí, lo vuelve exitoso.
La vida es eso que pasa todos los días,
son tus propias conversaciones internas y el camino al que te conducen. Como decimos los terapeutas sistémicos sos
vos y tus soluciones intentadas pero por sobre todo sos vos y las soluciones que
podrías intentar.
Mirar afuera es un gran ejercicio para
ver posibilidades, siempre y cuando no le asignes a lo que ves significados
librados a la suerte, a que no es para vos, a que tu religión no lo permite, a
que los otros están equivocados, a que es cuestión de esperar. Todos los días cada persona que se levante
hace muchas cosas, lástima que no siempre lo que hace la lleva a aquello que declara
querer.
¿Quiero
lo que quiero?
«En la vida hay dos tragedias. Una es el
no cumplimiento de un deseo íntimo; la otra es su cumplimiento» dice el aforismo de George Bernarn Shaw
Por mi trabajo y por mi curiosidad
(siempre digo que los Psicólogos somos chusmas con título habilitante) escucho
a diario mucha gente. Gente que
reconoce tener problemas y no poder resolverlos por sí mismo.
Hasta ahí vamos bien con el primer paso,
reconocer el sufrimiento es parte del cambio.
Algunas personas se quedan sólo en ese paso transformando el sufrimiento
en quejas, alergias, migrañas y todas las formas de somatización posible. Hablan de la desgracia cotidiana de se me
rompió el lavarropas, se me quemó con la plancha mi camisa favorita o se me
escapó la mascota. Hay como un catálogo
de desgracias circundantes del que algunos sienten haberse comprado casi toda
la oferta.
Entonces se vive en un doble vínculo con
nosotros mismos donde “queremos” cambiar lo que sufrimos pero “no podemos”
cambiar el qué hacer dejar de sufrir y lograr lo que queremos.
Si quiero
Como ya dije que no tengo una mirada
romántica de la vida claramente no hago esta pregunta como un “hasta que la
muerte nos separe” y mucho menos con la mirada optimista de la autoayuda. Si
quiero también tengo que.
Tengo que reconocer mi sufrimiento como
algo que ya no quiero.
Tengo que aceptar que el sufrimiento es
mío.
Tengo que revisar qué hice hasta ahora sin
lograr resolverlo.
Tengo que pensar cómo hacer distinto.
Tengo que hacerlo tolerando la
frustración del proceso.
Tengo que saber que la solución no será
para siempre, que la vida, el contexto, los otros me desafiarán mas de una vez,
tendré nuevos problemas y que tendré que volver a hacer el recorrido.
[1] P.
Watzlawick – El Arte de Amargarse la Vida – Ed. Herder
[2] A.
Trigo - Texto “Algunos pasos hacia el éxito personal: El artista Milo Lockett”
http://andreatrigo.blogspot.com/2011/03/algunos-pasos-hacia-el-exito-personal.html
[3] H.
Schuster - Charla Opps en Cuarentena con
Milo Lockett https://www.youtube.com/watch?v=ahrE3R1eQBs
Maravilloso lo que acabo de leer, me lo había guardado para leerlo tranquila, a mi también me jode que me digan tenés suerte! por eso lo guardé.....estoy sentada al lado de mi marido que acaba de encender el hogar, con mi labradora arriba de mis pies, escucho a mi hija arriba riéndose en un zoom, ah! a mi hija la tuve a los 45.....tengo suerte no??? Jajaja Muy excelente texto! Gracias por publicarlo.....
ResponderEliminarQué lindo veroruski... la escena y la vida construída. Gracias por compartirlo y por sumarte a conversaciones generativas.
EliminarSiempre te admire de alguna u otra forma y te lo dije. Que suerte la mia poder leerte...que suerte la tuya escribir tan lindo y claro. Gracias
ResponderEliminarLeer y escribir son parte de la misma escena... gracias por estar siempre ahí.
EliminarMe encanto leerte. Andre! Clarisima. Comparto todo lo que decis.
ResponderEliminarGracias por estar ahí... leyendo y compartiendo reflexiones.
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